En este post quiero reflexionar y hacerte reflexionar sobre el porqué de la buena redacción desde un enfoque diferente al que, probablemente, estás acostumbrado a oír.
Tenía previsto comenzar con una pregunta necesaria y teórica, “¿Qué entendemos por una buena redacción?”, pero lo prometido es deuda y hoy solo voy a centrarme en “engancharte” a la buena escritura. Si lo estás, ¡enhorabuena!, si eres de los que no te atreves a empezar a redactar por miedo e inseguridad, deseo que te lances, y si eres de los que piensa que no es para tanto, que con un texto más o menos bien escrito ya es suficiente, te invito a terminar de leer el artículo.
Soy consciente de que este tema muchas veces se asocia a un conjunto de normas aburridas que no queda más remedio que cumplir. Por esta razón, mi intención es que “veas la escritura con otros ojos”, lejos del aburrimiento; que la veas como una aliada a la que no hay que temer, sino conocer todos los secretos para utilizarla en beneficio de tus proyectos.
El cumplimiento de las reglas gramaticales no tiene que suponer un problema con la cantidad de recursos disponibles para consultarlas y aprenderlas. ¿Acaso no te interesas por hacer otras cosas lo mejor que puedes? Redactar bien debería convertirse en una de tus prioridades.
Vamos a examinar el porqué:
1. ¿Qué aporta una buena redacción?
- Al lector y potencial cliente: Claridad, comprensión, convencimiento, deleite.
- Al autor: Profesionalidad, respeto, admiración, la posibilidad de lograr los objetivos propuestos.
2. ¿Qué refleja una mala redacción?
- Falta de profesionalidad, dejadez, desconocimiento de la lengua.
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Estoy en desacuerdo con las actitudes conformistas con comentarios del tipo “¡qué más da, total se entiende!”, porque lo que está en juego es tu imagen, la de la marca o empresa. Por supuesto, cualquiera puede cometer errores. No hablo de perfección, sí de superación.
¿Se te ocurren otros motivos por los que redactar bien?
