Domingo 8 de diciembre por la mañana.
Navegando por Internet descubrí un documento de Eva Sanagustín, “¿Qué es una hoja en blanco?”, que me encantó. Hay artículos muy buenos circulando por las redes sociales pero solo algunos te enamoran. Y este es uno de ellos. Al acabar de leerlo supe que el contenido sería una fuente de inspiración para un futuro post por tres motivos: la reflexión que provoca la pregunta, las respuestas sinceras y emotivas de los participantes y la pasión que siento por la escritura. Inmediatamente lo compartí en Linkedin. Después, ¡desconexión! Era domingo.

Lunes 9 (mañana)
Café en mano y ojeando Feedly encontré otra joya, en este caso de Paco Viudes. Al principio me llamó la atención el título, “Os animo a cambiar el mundo”, y al momento me enganchó el contenido. Recuerdo que lo tuiteé y escribí: ¡Vitaelocuente sí quiere cambiar el mundo! A priori puede sonar a frase sensiblera y utópica, pero cuando estás convencida de la capacidad transformadora de la comunicación te sale de dentro sin complejos.
Más tarde leí otro post de Eva Sanagustín, “Ser escritor: glamour VS realidad”, con un enlace a Andrés Pérez y a su artículo, “Reflexiones sobre la escritura y la Marca Personal”, que también leí.

Los cuatro posts mencionados suponen tal estímulo que se me ocurre utilizar este artículo como un caso práctico, a modo de diario, para explicar cómo convertir la inspiración en redacción. A pesar de que la elaboración de cada post es diferente (desde la inspiración a la documentación y al tiempo dedicado), pueden resultarte útiles los pasos que preceden a la explosión de ideas.

Aprovechando la euforia que siento cuando la inspiración llega tan rápido (no siempre es así), escribo la lluvia de ideas  y a continuación, pienso en el título. Ya sabes que en este tipo de texto es fundamental no solo para captar la atención del público, sino también para centrar el tema principal. Dudo entre dos opciones; las apunto.
Tengo la costumbre de no empezar y acabar una redacción el mismo día, me gusta distanciarme unas horas para dar tiempo a que maduren las ideas. Por el contrario, hay quien prefiere hacerlo de una sentada. No importan tus hábitos mientras seas disciplinado.

Martes 10 (mañana)
Releo el esbozo y escojo uno de los títulos. Imprimo los posts inspiradores (otra de mis costumbres). Me gusta hacer una segunda lectura pausada; subrayo unas frases con las que me identifico. Ordeno las ideas: elimino alguna y añado otra. La euforia inicial da paso a la actitud crítica y perfeccionista. Me concentro para comenzar a redactar qué significa para mí una hoja en blanco. Es un viaje interior para conocernos mejor; es la posibilidad de dar rienda suelta a la imaginación; es una responsabilidad y un compromiso para con los demás; es un reto al que todos deberíamos enfrentarnos.

Andrés Pérez dice en su post: “Así que si, en este momento, la mayoría de las relaciones que establecemos en dospuntocerolandia son mediante palabras escritas es lógico pensar que deberemos hacer todo lo posible para desarrollar esta habilidad”.
Cuando te dedicas profesionalmente a escribir tienes una ventaja: te gusta lo que haces, muchos no tienen esta suerte.
Le doy a guardar, otros trabajos me esperan.

Jueves 12 (noche)
Finalizo el artículo. Vuelvo a leerlo fijándome en la ortografía y los signos de puntuación. Consulto unas palabras en el diccionario de la RAE. Hago algunas correcciones. Estoy satisfecha con el resultado.

Viernes 13
Publico el décimo post del blog.

Detrás de este trabajo hay un proceso, a veces costoso, que consiste en convertir la inspiración en redacción. La mejor recompensa es que te sirva y te enamore. Si es así, ¡compártelo! para que otros lo disfruten.

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